12.26.2008



- ¿Vos lo sabés explicar? Si te pregunto porqué. Me respondés porque...

- ¡Ah! No, no. Ni a ganchos.

Hola, frió. Hola, de herida cerrada. Hola, de sabes que... pero mejor...
Hola, respondió ella. Él siguió dando otros holas, algunos con abrazos para ir cerrando la herida. Sí, un poquito se abrió. Siempre.

Después, dos pares dos ojos que se cruzan. Más tarde, dos pares de oídos que buscan una conversación que de pié a la que ambos sienten como pulsión. Luego, la excusa. Entonces, cataratas de risas, de hablar de nuevo, de chistes internos sobre lo hace años compartidos. Después, chistes con críticas, risas de rabia, palabras que lastimnan.

Espalda con espalda, dos pares de pies alejan los cuerpos que ciertas noches eliminaron el par.

El amor hace más denso el aire cuando se acercan, y haría denso el clima si tuvieran que debatir quién dio más. Química, casualidad, doy más, das menos, te quiero, te amo, te odio, yo también, cuánto tiempo, sabés que, no doy más, me entendés, te comprendo, no puedo creer que te encuentro acá, siempre te quería hablar pero..., cómo te llamás, uy disculpa, vos sos amiga de...,

Las opciones, miles. Las personas, 6 mil millones menos uno (con suerte menos). El problema, posiblemente uno mismo.

- ¿Azar?

- ¡Qué sé yo! Llamalo, falta uno para completar.

12.24.2008

Navidad


En su casa nunca hubo un pesebre, al
menos eso cree si uno le pregunta.
Reconoce, siempre iba directo a los
regalos. Si a las doce mamá se acordaba
de poner al niño Jesús, era dato menor
mientras estuviesen los regalos.

Ya de adolescente, cuando los libros y
la militancia se le atravesaron en su
vida, no podía dejar de desglosar cada
símbolo navideño dentro de un contexto
histórico y político.

De hecho, si se le pregunta, esboza una
risa igual a la de la primera vez que
observó que el santo pagano de los regalos
vestía de rojo y era un barbudo
como los de la Sierra Maestra.

"Imaginate al barbudo rojo entrando con
paquetes en la Casa Blanca. Le cae todo
el equipo antibombas de la CIA", ríe y
recuerda.

Ya de grande, las 00.00 del 25 eran el
momento para materializar todo el amor
que tenía por sus hijos, haciendo
esfuerzos económicos que la ubican dos
escalones arriba en la pirámide social.

La idea no le agradaba, y miraba con
celos a la pelota de fútbol o a la
muñeca regaladas, cuando sus hijos reían
y las abrazaban. Esas cosas, le estaban
robando abrazos.

"Pero qué querés hacer, todos los nenes
reciben regalos. Tienen que jugar,
divertirse", lo calmaba Belén, no la
estrella sino su compañera. Más aún,
cuando le daba el primer beso del 25.

Allí estaba, frente al pesebre, otra
vez. Pero ahora, sí advertía su
presencia. No podía evitar mirarlo y
desear que el espacio de ese niñito, del
que salieron todas las ideas manoseadas,
mal usadas, violadas, de los últimos 2008
años; estuviera vacante.

Un lugar libre para liberar. Para que
llegué no un loco que después se
transforma en castradora religión, ni un
líder de una vanguardia. Un lugar libre
pero depositar la esperanza de un ser
humano nuevo. Un bebito como sinécdoque
de una humanidad.

¡Nlockd! Por la presión del gas atrapado
en la botella, el corcho golpeó contra
el techo sin que ningún ojo se le
interponga.

"¡Ey! ¿Qué mirás loco? Vení. Ya está la
sidra. Vení a compartir".

Compartir, pensó. Es una buena excusa,
los giles que inventaron todo esto no se
dieron cuenta de que esa es la semilla
que germina a la sinécdoque, esbozó otra
sonrisa por lo que pensaba mientras
arrimaba una copa al pico de la botella.

12.12.2008


- ¿Te acordás cuando te dije que quería
ser más?

- Sí. Pensé que ya me había olvidado,
pero todavía quedó abierta.

- Y por qué no me recontra cagastes a
puteadas.

- Por qué tenías razón. Ahí estás, tu
nombre es un referente, tu nombre es
"el" nombre, tu nombre es el
superhombre.

- Y quién te dijo que yo quería ser eso.
Lo único que quería es mandar a la
mierda a todos esos hijos de puta que no
dejan ser... Y así me transforme en
ellos.

- ¿Vos sos uno más? Entonces, yo que
soy.

- Vos disfrutas de la vida, y lo haces
luchando por tus compañeros, por la
gente. Yo ya no tengo tiempo para eso.
Creí que iba a luchar por todos y lo
único que me queda es luchar por mí,
porque sino me siento uno más.

- ¿Entre esos grosos te sentís uno más?

- Más que groso, un grosero hijo de puta
más. Ahí, pare ser "uno" tenés que ser
sólo uno, y yo quiero ser "más". El
"uno" que se lo mentan en el culo.

- ¡Pero te pelaste el lomo chabón! Por
qué te tiras abajo.

- Porque si me hubiese quedado caminando
el barrio con vos... Me hubiese
desgarrado de esfuerzo sin sentir dolor,
sin jugar a ser "el" nombre, sino
simplemente un hombre que lucha.

- Y por qué vas a luchar sino es por los
"más" ¿No?

- No ves, vos nunca quisiste ser "más".
Ya sabías dónde encontrarte.

Se miró, sonrió y cerró el acto existencial de esa
mañana frente al espejo. Tenía que ir a
forjar su nombre para quizá tener un
lugar fuera de lugar.

11.26.2008


- Boludo... ¿Te dije que te quiero?

- ¿Eh?

- Que te quiero, no me lo hagas decir dos veces.

- ¿Por qué? ¿Ya se te pasó?

- No gil... Igual no te creas que lo pienso todos los días. En realidad, son como puntos altos, son momentos en los que uno dice... ¡Claro! Esto lo tengo que compartir con este fenómeno.

- Justo hoy, que me decidí a cortar con Milagros, me decís que el amor es algo fluctuante. Algo que no se siente con la misma intencidad todos los días.

- ¡Hijo de puta! El día que la dejé a Mariela, me dijiste: "No es la única mina en el mundo. Ya vas a encontrar a la piba que te acompañe para siempre". Si yo soy inoportuno, vos podrías haber sido más original ¿No? ¡La puta que te parió!

- ¿Cómo era eso de que me querías?

- Fue hace un rato. Y en unos días lo voy a confirmar, estoy seguro.

- Entonces...Lo nuestro... ¿Es para siempre?

- Ja,ja,ja,ja. ¡Qué boludo!

- Confirmado... Cambio y fuera.

11.23.2008


- En algún lado deben estar guardadas, pensó. Faltaban sólo dos días de aquella vez. Un nuevo aniversario del nacimiento de la última lágrima que intento explicar lo que había estado sintiendo, superando y madurando. Pero que clausuraría próximas expresiones de ese cálibre.

Una hipótesis consistía en creer que la racionalidad las mantenía congeladas detrás de sus ojos, o encubetadas en un corazón freezado. La justificación posible era que el macrabo plan de la razón, respondía al miedo de sentir, otra vez, el dolor equivalente a la pasión entregada.

Oh, oh, óh, oh,oh, óh, oh... recordó en voz baja y apagó la luz para descansar de tan poderoso recuerdo. Feliz, esperaba reencontrarlas en la oscuridad. Se iba a encontrar dejándolas correr, pocas horas después. Mejillas mojadas por meses de un gesto seco, adusto.

11.19.2008

A la carga


Mientras armaba la mochila que lo iba a acompañar por kilómetros, pensó que más allá de ir a buscar ciertos espacios, ciertas historias, ciertos rostros, que asentaran el camino elegido -no por la ruta de viaje, claro-; lo que quería era hechar por tierra la amenaza de la infelicidad, ante un destino ya revelado.

Por suerte para él.La pesadez, el aburrimiento, y el desgano nada podían hacer cuando, sin salir de entre las calles que lo vieron crecer, encontraba donde y con quien compartir un sueño.

Y si mi boca de dragón enciende la mecha y no te gusta que diga una sola verdad vas a usar tu prensa para aplastarme, y a la canción de la vida vas a desterrar.

Vas a estar perdiendo el tiempo,
porque atrás nuestro viene un viento que derriba todo lo que toca, porque mi canto ya tiene otras bocas y ya nadie lo puede callar.

La canción retumbó en sus oídos años atrás, y la bailó eufórico entre miles de personas. Se le imprimió en el alma.

-No hay vuelta atrás, deseó. Y siguió "a la carga"...

10.27.2008

Smells like...


Load up on guns
Bring your friends
Its fun to lose
And to pretend
Shes overboard
Myself assured
I know I know
A dirty word

Hello (x 16)

With the lights out its less dangerous
Here we are now
Entertain us
I feel stupid and contagious
Here we are now
Entertain us
A mulatto
An albino
A mosquito
My libido
Yea

Im worse at what I do best
And for this gift I feel blessed
Our little group has always been
And always will until the end

Hello (x 16)

With the lights out its less dangerous
Here we are now
Entertain us
I feel stupid and contagious
Here we are now
Entertain us
A mulatto
An albino
A mosquito
My libido
Yea

And I forget
Just what it takes
And yet I guess it makes me smile
I found it hard
Its hard to find
Oh well, whatever, nevermind

Hello (x 16)

With the lights out its less dangerous
Here we are now
Entertain us
I feel stupid and contagious
Here we are now
Entertain us
A mulatto
An albino
A mosquito
My libido
Yea

10.25.2008


Esa noche, estaba más incómodo de lo que debería estar por el simple hecho de volver a encontrarla: los zapatos le apretaban, porque evitaba perder tiempo en comprar unos nuevos, y la bragueta no hacía tope, porque estaba más gordo que la anteúltima vez que la había cerrado (descontando las veces que fue al baño en ambas fiestas) .

Sin embargo, se comporto como lo tenía previsto: le sonrió, la abrazo, comenzaron a caminar y hablar.

Repetidas veces había soñado con una ciudad desierta de gente, pero repleta de parques, ríos, librerías, museos, recobecos de sombras de soles y de resplandores de lunas, de infinitas cuadras a descubrir/se para él y ella que, en la más dulce compañía, se mantenían a distancia. Esa distancia, en la que la electricidad de no saber si es momento de un segundo abrazo, de estrechar las manos o de disfrutar paso a paso, es lo único desagradable.

Porque los zapatos estaban muy apretados, se los quitó mientras ella preparaba el té en la cocina. Porque la bragueta imitaba el gesto del hombre que intentó batir el record de resistencia bajo el agua, le dio respiro. Porque a los pocos minutos observó que le faltaba quitarse la camisa y a ella nada... Recordó por qué se había interesado en mantener entre sus pensamientos la estrechez de unos estúpidos zapatos.

¿Y capo?... Decíme que sí ¡Grande campeón! Pensaba en las reacciones de sus amigos sólo para torturarse más. Incrédulo como un cura que se encuentra a dios y da cuenta de que en realidad existía y con él, el fin de su trabajo de guía turística en el viaje de la fe... Y ya sin camisa, se mantenía atónito ante la creación divina que no esperaba descubrir. Minutos después, entendería que la única manera de saciar a la divinidad era pecando, y algo haría para dejar atrás su "quietálisis".

Sino, la boca no falla. Realmente disfrutaba de hablar y reír incontables horas: perdiéndose entre divagues y calles, recuerdos y parques, confesiones y playas, silencios y mates.

De un momento a otro, el sueño termina, la cuchara tiene el último pedazo del postre, el agua de la ducha deja de salir caliente, y los caminantes se despiden besándose y pensando en que se volverán a cruzar. Mientras tanto, jugarán con el destino como si alguien pudiese cambiar el rumbo de las vías o como si fuese una montaña rusa.

Mientras tanto, se alimentan con el deseo de lo potencial.

9.18.2008


Las zapatillas, ya viejas compañeras de ruta, dejaron ver sus arrugas cuando se paro de puntitas de pie en el cordón de la esquina de Solano y López. Mientras espera el colectivo en uno de esos atardeceres tempraneros de invierno, se sella del frío con la campera: el cierre hasta el tope a riesgo de pellizcarse el cuello, la capucha a la cabeza y las manos en los bolsillos. Listo para lanzarse.


Se balancea sobre las arrugas de la zapatilla y deja los ojos fijos en el hilo de agua que resiste a los días sin lluvia. El hilo se transforma, en arroyo, en río, en laguna, la calle se jerarquiza e iguala a sus primas de Venecia. Está agotado, desea dejarse caer y, por unos segundos, la sangre que llegué al cerebro no tendrá suficiente aire. Tanto balancear, el impulso lo hace caer. La nariz es la primera en alcanzar el líquido espeso y oscuro. El fluido es asfixiante, logra el objetivo de detener sus pensamientos. El líquido no es la extensión de un charquito, sino que le sale por los poros y no es otra cosa que el miedo: una de esas obsesiones masoquistas, que lo tientan a ir por todo para jugar con la posibilidad de un fracaso más rotundo.

- ¡Ey! Dale...

El grito lo despierta. Tiene enfrente un par de ojos miel y una sonrisa, un tanto burlona, que no comprende como se quedó dormido de parado. Ella se le adelanta, saca el boleto. Aún, noqueado por la desconexión no escuchó el valor del boleto que pidió, pero sabe donde va a bajar. No es la primera vez que lo despierta.

8.30.2008


Deja su Ferrari donde está la E tachada, el policía lo advierte: "Señor, no puede estacionarse ahí". Corre a través de los extensos pasillos del aeropuerto hasta encontrarla a ella.

Allí está radiante, hermosa: la potencial mujer de la vida de algunos, la mejor noche de todos. Le grita que la ama, en pocos minutos se dio cuenta que no la puede perder, y en el mismo acto de magia, dejó todo atrás para arriesgarse a lo potencial.

La mirada fija, los ojos de un color incierto, del color de lo que se está por descubrir. El seño fruncido, los labios a punto de lanzar la frase que cerrará la moraleja... La respuesta es sí, el amor de su vida está frente a él y lo consiguió, en pocas horas.

Más horas atrás, era una duda más, otra celestial figura femenina, una compañia, un beso a la mañana y un cuerpo al que aferrarse en los peores días. Su egoísmo, su ser ser humano lo podía llevar a dejarla. Eso lo paralizaba, la inseguridad lo paralizaba. Ni pensar que si la que reaccionaba con nuevos sentimientos era ella. Pero en el sueño solo decía sí y todo concluía. No había dudas, ni búsquedas, eran todas certezas. Como en otra película americana.

Todo el párrafo anterior se le adhería al cerebro como contradicción, entre el ideal -que por desgracia se tornaría pesadilla al soñarlo día tras día, sería otra rutina- y la cachetada que la realidad le acertaba cada vez que abría los ojos.

Caminó descalzo por la cerámica de la pieza para sentir la realidad en la planta de los pies, se pinchó con la lapicera. Escupió una idea en la hoja: El amor es tan fuerte, los sentimientos que provoca, que todo el dolor que puede causar perderlo o hallarlo sólo motivan a cualquiera a tomar el valor para poder vivirlo cuantas veces se presente.

Cerró el cuaderno y pensó si existía amor después de la rutina, si encontraría la pasión de ya no descubrir nada, de aceptar conocer cada reacción y enamorarse de cada una de ellas, siempre.
No se lo diría a nadie, aunque esperaba hacerlo aferrado a su silueta y susurrarle al oído que siempre confío en que la encontaría... y ya no quería que sea otra película trillada.

7.30.2008



- Nos encontramos en la isla dónde se perdió Morel.
Fue la pista, para que sepa que todo se podía volver a repetir.
Las risa más fuerte del año, el delirio más entretenido, la grieta representada en un modelo de vida nostálgico de los que sólo se ponen colonia.
El sueño constante, la risa que reemplaza la frustración, que con mucho esfuerzo, se transforma en lucha por una causa que parece perdida, pero es terriblemente justa. Lucha que te mantiene vivo entre tanta injusticia.
Por lo pronto, encontré la máquina y tengo el dedo a punto de..., casi, al pie del cañón, preparado, listo... esperando encontrarte, encontrarlos, encontrarme para que se repita. Pero, mejor aún, que el sueño ya sea otra zanahoria.

7.19.2008

viaje de ida


A las 7.30 después de cargar el primer camión con kilos y kilos de laminas de acero, se preparaba para cargar otros tantos hasta las 17, horario de retorno a casa. Sabiendo que aquel primer cargamento llevaba, en dinero, varios meses de su sueldo.
Un camión se atrasó, el encargado decidió revisar dos veces la última carga porque ese cliente tenía un descuento de 0,10 centavos por kilo. Carlos marcó su trajeta después de las 17, y sabía que si a las 7.00 no lo volvía a hacer, habría reproches.

Sin embargo, prefirió llegar más tarde a su casa pero ganar un asiento en el tren. Se acomodó y espero la salida, mientras leía que su equipo había incorporado a Martín "Cuchilla" Ramírez, un 2 bravísimo, que venía del Nacional B.El tren también se atrasó, pero Carlos se entretuvo en los pechos de la modelo de la contratapa del periódico, y al deslisar su mirada por las sinuosas caderas calló en un sueño profundo.

Cabezazo contra el marco de la ventana, justo a tiempo porque la próxima era la estación en la que bajaba... El vagón mostraba rastros de que un tornado de trabajadores y estudiantes habían pasado por ahí. Algún estudiante que logró tomar asiento frente a él había olvidado sus apuntes. Carlos recogió las hojas fotocopiadas y leyó el nombre de dos alemanes, que él no conocía pero que simpatizaban con un tocallo; sin detenerse en memorizar los nombres eligió aleatoriamente un párrafo: "La cultura industrializada... enseña e inculca la condición necesaria para tolerar la vida despiadada. El individuo debe utilizar su disgusto general como impulso para abandonarse al poder colectivo del que está harto".

No pudó evitar sonreír tímidamente, la palabra "despiadada" le resultó simpática y la expresión "el individuo" le recordó a su tío. Recortó el fragmento de texto, lo guardó y corrió antes de que se le cerrarán las puertas y continuará en el rumbo habitual...

7.13.2008

entresueño


Después de más de trecientas mañanas,
sentí que si no habría los ojos, dilatados
por el rayo de sol que entraba desde la
perciana, y me incorporaba cuidadosamente:
antes de quedar sentado sobre el colchón
mi nariz fría sería la primera agraciada
en reencontrarte, chocando contra tu
panza cálida.

Apretaba los párpados como si la fuerza
que ejercía sobre ellos fuese
proporcional a las posibilidades de que
la premonición se hiciera realidad. Ya
podía ver tu piel dorada por encima del
ombligo enmarcado entre dos surcos en
sombras que terminaban en la oscuridad
profunda, generada entre el algodón
blanco y la parte inferior de tu vientre.

En esos chiclosos segundos recordé que el
ruido de las llaves que nunca dejé que me
regresaras, me habían llevado
del sueño a este incierto
entresueño. Entonces, era así, tenías que
estar enfrente mío, sentí tus piernas
aferrandose a las mías, sábana mediante.
Los ojos se revelaron para descubrir la
verdad...La desazón me tumbo en el lecho
otros cinco minutos, pero ya con los ojos
fijos en el techo.

El ruido de la silla de chapa
arrastrandosé sobre las piedritas del
patio logró levantarme. El perro debería
estar aburrido y con hambre...Pero no,
eras vos acomodándote a la espera de que
yo llegará hasta el patio a ver como la luz
jugaba en tu cuerpo, confirmando mi
presentimiento. Aunque sólo para
torturarme, otra vez, con los por qué ya no
calentaba mi nariz en tu panza, cada
mañana.

7.07.2008


Los ojos bien abiertos, al sol, a la libertad, y a la verdad de que compartir trae una risa cada mil lagrimas, pero lo vale. Con la última sonrisa, así termina la película que hoy me ayudó a dejar caer unas lagrimas en nombre de caminos y deseos. Minutos más tarde, me encontré con archivos de texto de años más difíciles. Hace tiempo ya, de alguna manera, había escrito sobre la sensación de seguir buscando.

(Sin brújula)

Nunca quise estar así

Todo me trajo aquí

Fui gaviota en realidad

Y no seguí mi verdad

Quizás pueda cambiar de malón

Y me vaya como un león

Sólo comeré y sólo haré

Lo que mi alma quiera hacer

No me llevarás

Sólo me acompañarás

Sino jamás vendrás

Into the Wild (Director - Sean Penn / Música – Eddie Vedder)

6.28.2008


Tomás tenía padres que le dieron vida y padres que le negaron muerte, eso repetía parafraseando a un compañero medio-hermano que por esos días trabajaba junto a él en una fabrica recuperada, gracias a los mismos padres que dejaron sus corazones latiendo en el de sus medio-hijos.

En cuanto a los que le dieron vida, nunca se quejó, lo alimentaron y lo educaron para que sea feliz, sin detenerse en contradicciones. Pero, la lectura a la cual nunca lo motivaron lo llevó por otros caminos, más duros, más difíciles, menos compartidos y reconocidos.

Mientras crecía y daba cuenta de las falencias de sus progenitores, a veces se enfrentaba a ellos, pero generalmente pensaba en la manera de cómo criar a sus hijos con aquellas cosas que el creyó, le faltaron.

"Ya te hiciste el héroe, ahora, acomodate y cría a tu hijo en paz". La construcción "en paz" le daba vueltas en la cabeza cuando escuchaba las voces que venían de norte y sur, que decían que habían matado a un obrero por reclamar su reincorporación laboral y a una mujer que llegaba a su casa para cocinar y limpiar, después de haber limpiado y cocinado para otros.

Ésa frase no fue herencia familiar, los progenitores murieron antes de que Camilo pudiera entenderla.

Fallecieron reconocidos como "buena gente", "gente tranquila", pero con una jubilación miserable, y una cobertura social peor. Habían esperado, en su vida de defensores de la delegación de responsabilidades, que los hombres y mujeres de la boleta en la que habían depositado todos sus derechos las modificaran.

Tomás y Laura trabajaron en las mismas condiciones por las que, años antes, arriesgaron su vida para que nunca más existieran.

Así fue hasta que Camilo terminó el colegio secundario y decidió acompañar a sus padres en el deseo de volver al barrio, de vivir con la gente que compartieron tardes, asados, marchas, lágrimas, al menos con los que sobrevivieron a "guardarlos" y los que se guardaron.

Allí comenzaron a construir, y rearmar aquel futuro soñado, que años más tarde seguía siendo futuro.

Camilo estuvo presente y eso era lo que más feliz hacia a Tomás. Camilo y sus amigos y amigas, cantaban, saltaban, pintaban, leían, formaban, y se formaban.Hasta aquel día.

La noche cayó, Camilo calló cuando logró pasar todos los cercos y llegar a su cuarto. Calló para llorar, porque sabía que había perdido a dos amigos.

Los plomos, al servicio de la comunidad, les habían atravesado la cabeza y la espalda.

Ésa noche Tomás no pudo dormir, vio la televisión toda la noche, repetidas veces observó el titular: Mataron a dos piqueteros.

"Mañana un nueva marcha piquetera reclamará castigo a los culpables", cerraba el conductor."A partir de las 15 se cortará la 9 de julio por una marcha piquetera. Esto generará caos el tránsito del centro porteño", anticipaba el cronista de la columna siguiente.

Cuando Camilo se despertó a la mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso automóvil.

Llamó a su padre en un grito, que fue bocinazo, y él al llegar hasta la cama de su hijo pensó que el desvelo pegado al canal de noticias lo hacia alucinar.

Salteó las responsabilidades de los medios y los delegados del poder electoral y fue directamente a enfrentar a los 8 que manejaban a éstos y el país.

No estaba sentado en esa mesa para negociar, años atrás prometió no hacerlo, estaba ahí dispuesto a dejar su vida para negar la muerte de la lucha.

- Me entrego, pero no conviertan la lucha de mi hijo y nuestros compañeros, en una farsa.

Vio diabólicas sonrisas crecer frente a sus ojos. Sonrisas de bocas manchadas de tinta verde, de dientes rotos por probar la veracidad del oro, de palabras de tortura.

- De qué se ríen, Camilo los va a apedrear en la cuarta guerra mundial. Cuándo las muertes ya no signifiquen abrir mercados, sino buscar igualdad.

- Tomás, siempre el mismo estúpido, dijo una voz cochina.

-Tomasíto, nada de guerras para nosotros. Cada vez más democracia, nuestras empresas defienden la bendita democracia, y así seguiremos bendecidos por el orden social, aseguró una voz asesina.

-Cállense, y sólo aceptenme para que mi hijo vuelva a marchar como una persona, y no cómo un obstáculo.

El pedido se cumplimentó. Camilo recuperó sus piernas para caminar los barrios, y sus brazos para alzar los puños. Pero perdió a su padre, condenado a aceptar la realidad propuesta. Ese fue el castigo de los 8.

Tomás ya no habla, ya no lee, ya no es crítico. Llega un rato antes, deja la bicicleta y espera el horario para cerrar las puertas del club y quedar al cuidado de la institución toda la noche.

Si uno es el último en irse lo ve acurrucado contra la radio, y si le pregunta qué escucha, siempre es la misma respuesta sobre la esperanza del quietismo...

- Estoy escuchando los números. Si dios quiere... hoy gano unos pesos.

4.24.2008

Tus ojos y después...


Apoyado en una de las puertas del subte descargaba su peso, el de su mochila y el de sus obligaciones semanales. Algunos días, deseaba que el cartel que advertía el peligro de caerse ante un accidental abrir de la puerta, fuese cierto. Él es atlético y se salvaría, pero sus obligaciones semanales quedarían muertas en las vías.

A segundos de abandonar la formación, un par de ojos le robaron los suyos proponiéndole un duelo que no había buscado, por eso lo terminó sin remordimientos. Pero, le quedó dando vueltas un problema de fin de semana, un problema de amigos con cerveza: cómo dar el siguiente paso, luego de que la batalla de miradas ya está claramente declarada y sin una dama o un caballero como vencedor. Lo archivó, para plantearlo como un nuevo caso a debatir.

Luego de la combinación de líneas subterráneas quedó nuevamente contra la puerta, ya sin tanto cansancio, tras realizar la última obligación del día. Esta vez se apoyo en la puerta porque el coche estaba repleto y no podía avanzar hacia otro lado.

Un cuerpo pegado al otro, cuerpos con olor, de ropas desalineadas, de ropas cansadas de un día de trabajo, caras poco amigables y todas con barba, bigote, sombra, nada femenino.

Una sola figura, una sola silueta para ver en el vagón y justo estaba de espaldas, lo que no le impidió observar la tenue luz resaltando la textura de la piel que mostraba con el hombro descubierto. La misma luz le permitía observar el rostro reflejado en uno de los mojones de vidrio de la puerta, que siempre amenaza.

Parece que ese rostro empalideció, porque repentinamente el clima tenso se cortó y todos abrieron un pasillo para que la señorita llegará al asiento que un barba le cedió, y sin malas caras dejaron que un sombra se hiciera pasar por médico, y le ofreciera unos caramelos. Sólo pa´chamullarla, pensaron todos.

El tren terminó el recorrido, un minuto después y ella se paró, les dijo gracias a todos y se fue caminando como si nada. Turra, sabía que todos la mirábamos, la pensábamos, buscábamos el momento, la oportunidad... se nos rió a todos en la cara.

Del subte, al tren, del tren al bondi. Última escala, y último desafío: hace siete años que no la veía, la última vez, en bikini; ahora con una pinta de oficinista que le despertaba los mismos morbos. No sabía si ella también lo había reconocido, pero decidió tomar otra línea de ómnibus para viajar con ella, decidió hacer de cuenta que buscaba monedas para que ella se adelante en la fila y ver si elegía un asiento doble o uno simple que liquidará el asunto.

Cuando le paso por al lado le sintió el perfume y olió verano. Cuando levantó la cabeza, ya con el boleto en mano, ella estaba en el último doble de la unidad, ocupando el asiento del lado de la ventana. El plan resultó. El asiento del pasillo está libre, logró ver como lo espió detrás del mechón rubio que le cubría parte de su rostro.

Una desgracia lo del plan. Otra vez, no supo dar el paso luego de una batalla de miradas declarada. Pasó de largo el asiento y su oportunidad para acomodarse, incómodo, en la fila trasera del colectivo.

Cruzaron algunas miradas más, miradas en off-side. Maldijo todo el viaje. Cuando ella se paró para tocar el timbre, sintió la necesidad de bajar y seguirla hasta su casa.

-Nadia...Nidia, ése es tu nombre, ¿No? No te asustes, nos conocemos de los veranos en la pileta del club, nunca te hablé pero intenté convencer a tu primo para que me haga la gamba. Así podría haber empezado la conversación.

No lo hizo, no lo hubiese hecho. La podría haber seguido caminando atrás, podría haberse convencido de hacer todo lo necesario para lograr el contacto. Excusas. No se animó. Quizá la próxima vez, quizá se anime, quizá para entonces hayan cambiando los parámetros culturales y ella puede dar el primer paso.

A veces, pensaba excusas más filosóficas: "Idealizó a las mujeres como si fueran ángeles", se repetía. A veces, rompía con esa mentira como quien se cansa de estar arrodillado rezando y, sin ver resultados, sale a pelearla.

4.22.2008


Clo, cló, clóo. Cloqueaban las gallinas y el murmullo atravesaba la ventana que daba del extenso patio a la cocina-comedor.

Ay, no sabés viejo... Alicia, otra vez, se me llevó el último morrón. Yo sé, que ella no lo necesitaba, pero me escuchó en la panadería sobre salsita que quería hacer para hoy; y la muy turra salió corriendo a la verdulería para comprar los pocos morrones que trae el amarrete de Armando...

Su esposo, un hombre robusto que trabajaba hace 40 años en la misma fábrica y tuvo 4 hijos con su mujer que lo acompaña hace 45, comenzó a lustrar sus botas sigilosamente.

El murmullo continuaba: Yo la conozco a ésa. A parte de sacarme los últimos morrones, fue a putanearle a Armandito. Ella sabe que él fue mi novio, claro, cómo no lo va a saber, si me lo envidio siempre... Y después, se crispo de odio cuando te enganche a vos viejito...

Pasó a la otra bota. Eran las botas del trabajo, de cuero resistente y con punta de acero. Ideales, también, para entrar al gallinero.

Ca, cá, raca, cá. Cacareaban, ésas que no saben volar más allá, para alejarse de la mierda que las rodea, y cómo eligen por el color, no se animan a lo que pinta de otra manera.

Viejito... vos sabés que yo te quiero, que sos el amor de mi vida, pero esa turra... Mirá! Me da bronca lo que hace...

Se levantó, empujó hacia afuera, un tironcito para arriba y por último, otro suave hacia él, para que la vieja puerta de madera deje paso libre hacia el parque. Las botas, entraron al gallinero y si hay botas... la paz escasea. Revuelos por doquier, plumas en la boca, en los ojos. Igual, tac! la agarró de las patas, cló, clóo,ca,cá,raca,clo,cló, el grito se multiplicó por veintenas, reconociendo lo justo del reclamo.

Clóc, sonó la cabeza contra la punta de metal, luego de que las patas firmes sirvieran para un preciso balanceo.

El menor de los cuatro hijos, se levantó por el olor al tuco, sin morrones, de su madre, y por el de la gallina a la cazuela de su padre. Con la mesa puesta, abrió la puerta de su pieza para ver el beso de reconciliación de los verteranos.

Algunos cobardes sólo tienen matar como valor, dijo el muchacho, antes de sentarse a comer con la infeliz pareja.

4.19.2008


Caminaba todos los días el mismo recorrido. Dicen que desde la estación de Budge hasta la de Lomas, cortando Juan XXIII y subiendo en diagonal por Molina Arrotea. Dicen loco. Así lo llaman los vecinos que los van pasar, cada uno en una horario distinto, pero siempre al mismo. Un par de tornillos ajustados debe tener todavía, al menos dos, uno para cada hemisferio. Todavía tiene capacidad motriz, todavía recuerda el camino y todavía tiene noción de algo abstracto como el tiempo. "Es como Kant, uno puede ajustar su reloj al verlo pasar", aseguró el último filósofo que queda en Arrotea al 500.

Así le dicen, loco. Pero él también se encontró haciendo un camino, todos los días. De casa al trabajo, del trabajo a la facultad, de la facultad a casa. Alguna variación en las obligaciones, a veces, pero siempre medidas, siempre previamente acordadas por los mismos márgenes abstractos. Él repetía que se le pasaba la vida esperando el viernes, pero tampoco variaba mucho la rutina del fin de semana. Hago lo que quiero hacer y no me sale mal, se conforma, se convence, se alegra y el de tornillos flojos no le parece un loco.

Entre tanto cronograma, y sueño despierto de algo que rompiera con la regla... ese día, en el camino al trabajo, donde hace lo que le gusta de 10 a 16, aunque después lo sigue haciendo y pensado todo el día... ese día, se imaginó la libertad como una calle de campo abierto , libre, de 3 kilómetros, por la que pudiera correr a máxima velocidad, mientras que las veredas, de la mismas extensión, eran hileras de parlantes con Do the Evolution, al palo.

Tocó el timbre. Por los auriculares, Cristián Álvarez y Andrés Calamaro melodiaban: se prende fuego... Tenían razón, Álvarez siempre está en lo cierto, se había bajado adentro de una nube que no tenía olor a cielo. Todavía no estaba muerto, porque siento cómo el fuego me quema por dentro... fuego, fuego...
estamos enfermos, perdónennos
... el fuego hoy tapa toda la ciudad con su icono, el humo. Repetidas veces, su fuego le nublaba la cabeza...

estamos enfermos, perdónennos, perdónennos...
hago lo que quiero hacer y no me sale mal...



4.06.2008


Pelusa no es inocente y se divierte. El amigo brujo le advierte que no lee el futuro, y entonces lo insita a buscar, a buscar lo que uno quiere y la pregunta brota: ¿Qué habrá al final del sendero? Pelusa asegura que va a tomar el riesgo, porque hay mentes que sólo piden un sí, y la de él no, y él toma el camino sinuoso, aunque hay una historia difícil de gambetear. Sin embargo, esa noche fue un (punto y aparte)

Caretas se mueren sin figurar, él le da la mano que siempre quedará sucia, pero sabe quienes tienen la careta puesta. Es claro, la pija más grande no la tiene el que tiene más pelo en el pecho. Con ese cuento a otro parte (punto y aparte)

Tu gente no te cuestiona no se resiente
te espera, con un grito caliente.

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Gracias al Reggae (Los Cafres, en esta ocasión) que limpia el alma de malas vibras...

4.04.2008


Pasa a uno, a dos, a tres, no lo va a para ni el arquero. Su salto
se va a inmortalizar como el grito de Víctor Hugo. Mi madre me
retuvo un mes más en su panza, no lo pude ver, pero la onda corta
paso a través de la placenta, y si hoy lo vuelvo a escuchar
todavía me emociono.

La pieza está oscura porque hace ya cuatro horas que me mandaron a
dormir, pero para eso después de cerrar los ojos hay que reposar,
quedar suspendido quien sabe donde y yo no puedo. Tengo los ojos
cerrados y no me animo a abrirlos por que le tengo miedo a la oscuridad. Entonces lo único que reposo es mí oído en un microfonito por donde un loco, despierto como yo,
me acompaña y me cuenta historias al oído mientras sostengo
fuerte, con las manos transpiradas, el receptor. Cada tanto buscó
el rodillito para que el loco me hable más fuerte o para
cambiar de loco.

A los chicos no nos dejan salir con la luna, no la conocemos sino por una ventana o de la mano de nuestros padres. Más la recuerdo entrando por mi ventana e iluminando la cama, porque apagué la luz para viajar por Londres buscando a Jack "el destripador", sí, salí de noche. Esta no es la primera vez que lo hago, ya anduve por Grecia y discutí con Zeus, anduve por Francia y me enteré de los amoríos de Luis XIV. Un día, una noche mejor dicho, mi viejo me encontró en uno de mis viajes nocturnos y en un tono innegociable me dijo que lo tenía prohibido. Le dije que era culpa del "Negro" Dolina. Pobre "Negro", encima le eché la culpa.

Cuando uno es joven rechaza lo arcaico, lo antiguo por la antagonía misma, por la incompatibilidad de lo que está naciendo y lo que está dejando de ser, no hay mucho en común. Pero esta, aunque ya estaba verde, era suave, tenía un traje de cuero, una manija que te invitaba a que la lleves de paseo, y una voz un poco ronca, un tanto grave. Se llama Spica y la abuela que sabía que algún día la iba a entender, la conservó para que la disfrute.

Lo gritó bajito como si yo, que estoy pegado ahí al lado, no lo fuera a escuchar, lo grito bajito para que no me duela pero me dolió igual. Sin embargo, no me despegó me tiene atrapado. Avanzamos, vamos para adelante sin arrugar y nos paran con una plancha. Le pido que reclame la tarjeta, pero no me escucha. Ta...ta...ta... nada; go...lpe de aire; tiro el centrooo... saqué de arco. Los tenemos, aunque parece que no pasamos mas de tres cuarto de cancha desde que nos hicieron el gol, sé que los tenemos. Grita, le tiembla la voz, se emociona, felicita al equipo por la entrega. No alcanzó, perdimos. Apago la grisecita que ya no es cábala, pero es lo que me dejó el abuelo. A la noche, lo veo por Fútbol de Primera. Fuimos un fiasco, ellos hicieron el gol, se metieron atrás y no corrieron riesgo de perder los tres puntos. No escuché más Am 222 “la radio Tripera”, me lo pidió el médico, que aunque era un pincharrata detestable, tenía razón.

Al costado de la cama de la abuela, al costado de la cama de mi papá, al costado de la ruta mientras pesco con mi tío. Nunca en primer plano, sé que no le gustaría porque detesta la televisión. Siempre al costadito, acompañando, transmitiendo ilusiones, sueños, buenas o malas noticias, pero siempre fiel compañera.

3.26.2008

Murguera


¡Tico! ¡Tico! así lo llamaba su padre, en esas tierras donde la ch
del ¡che! Se transforma en la t del Tú.
-¿Y tú qué estás haciendo Tico?- solía indagarlo antes de arrimar
una silla y abrazar el tambor con sus piernas.

El padre deTico no amaba mucho el candombe pero lo había
adoptado después de que la cumbia lo dejó y lo alejó de su país.
En realidad, lo que lo llevó al autoexilio junto a su hijo fue que
la morena de fuertes ojos verdes lo dejó. Ella llamaba Tico a su
hijo, y aunque en el Uruguay la t se reconvertía en ch, su padre
mantenía ese apodo para no terminar de olvidarla.

-¿Y tú que estás haciendo Tico?
- Soy Francescoli. Vos me compraste la del Wanderers!
- Después juegas con el balón. Ven, ¡siéntate! Juguemos a la murga.

Desde niño había entendido lo que la música significaba para su
padre, y cómo le gustaba recordar los momentos que compartió con
la negra cumbiambera que los abandonó.

La ausencia de su madre, le traería recelo hacia las mujeres, desconfianza. Pero el amor que
su padre recordaba, a pesar de las lágrimas, no podía ser señal de
otra cosa que uno de los sentimientos más profundos y
agridulces que se pudiesen sentir.

Sos la musa minusa que me trae inspiración.
Yo te juro que no dejo mi tambor.
Por que verte morocha es tan linda sensación.
Sólo toco para que bailes vos....

Esa estrofa la escuchaba todas las tardes y cada repicar del
tambor lo empujaba a la aventura de buscar...
"Borocotó-borocotó-borocotó-chaschás", esas fueron sus primeras
palabras.

La conoció en el primer ensayo, y toda su vida se
lamentaría haber llegado tarde. No porque le costó semanas ganar
la confianza de sus compañeros de murga, sino porque creyó que si
no hubiera llegado en el momento justo en el que ella ensayaba su
baile, no estaría aún recordándola.

Una semana de miradas entre tambores, repiques, telas de colores,
coreografías y algunas copas le bastaron para romper el silencio,
y sabiendo que ella moría de ganas por aprender a tocar el
tambor...
-Borocotó-borocotó-borocotó-chaschás. Ese es el ritmo que hay que
mantener.
Lo miró, sonrió. Si el baile lo conquistó eternamente, esos gestos
lo condenaron.

Ella no era morena como la mujer que su padre lloraba sino que
tenía una tez más blanca, amplios ojos verdes, cejas que sin ser
abundantes eran un marco ideal, finos labios rosados y un hermoso
pelo castaño oscuro.

El rostro agradecido por el concejo comenzó a alejarse. Nunca
conseguiría quitarle una palabra. Washington era el líder de la
murga y pareja de la murguera de ojos verdes, y desde aquel día
que Tico llegó tarde al ensayo de la murga "El León de Montevideo",
se la tenían junada.

¡Qué jugador Enzo! ¿Se retirará en el Wanderers? Tico escuchaba las
exclamaciones de su padre en el camino de vuelta desde el bar
donde habían visto un partido de River Plate. No era el camino más
corto, pero le pareció conveniente hacer unas cuadras más para
pasar por el galpón de ensayos en busca de alguna novedad.

Efectivamente, la puerta del galpón estaba abierta pero en el
interior sonaba un sólo instrumento, su tambor, y era acompañado
por una voz de sirena:
-Borocotó-borocotó-borocotó-chaschás- intentaba la murguera.
-Y salgo todas las noches. Y siempre vuelvo mareado. Aunque más me
marea la sal, de tu cuerpo sensual junto a mí
- improvisó Tico.

Lo miró espantada. Por un momento, Tico pensó que no estaban solos
y que Washington podía haber escuchado el piropo. Pero el espanto
fue sólo susto y rápido se transformó en sonrisa. La sonrisa se
partió en dos cuando ella apoyó un dedo en señal de silencio.

Tico tomó la servilleta del bar, donde había anotado las
estadísticas del 9 de River, escribió algo sobre ella y la posó
sobre el parche de su tambor antes de darse vuelta y seguir el
camino que había interrumpido.

Al día siguiente, era el primer día de carnaval y la murga "El
León" era una más del medio centenar que desfilarían por
Montevideo. Los nervios de Tico no estaban ligados a su música
sino a la respuesta del mensaje que esperaba encontrar junto a su
tambor.

"No me busques porque yo nunca te pedí que lo hagas".

Partió la base de su instrumento contra el piso para mostrar que
él no iba a salir a festejar nada, no podía tocar con alegría y
para melancolía ya había visto a su padre.

Se acercó, pensó que le podía transmitir toda su bronca con una
mirada como ella lo hacía con la alegría. Pero quedarse callado era
seguirle el juego...

-Yo andaba sin buscarte, pero sabía que andaba para encontrarte-
sentenció Tico y partió.

Con la alegría de las murgas de fondo, Tico se sentó frente al mar
y siguió ahí cuando apareció la luna. No pudo evitar pensar que el
sabor de la sal que se le acumulaba en los labios, podía ser el
mismo que tenía la murguera después de bailar bajo el sol de
febrero.

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Las citas en cursiva son autoría de la Bersuit Vergarabat (fragmentos de las letras Negra Murguera y Grasun) y la adaptación de una frase de Rayuela, de Julio Cortázar, la última.

3.10.2008


“Uno piensa que en un momento de la vida hace: ¡Ah! Pero no. Siempre está uno creciendo y superándose, y ¿por qué nos hacemos tanto problema? Sino la vida sería simplemente un momento feliz y divertido”.
Mamá
Una charla durante alguna noche de 2006


Las matemáticas no eran lo que él prefería, pero el concepto "inversamente proporcional" fue la explicación que encontró para dar cuenta del por qué todos los días cuando se levantaba no se sentía totalmente libre. Libre, flojo, suelto, despejado, algo de eso. Despejado podía de ser... porque lo no-libre le nublaba un poco el día.

En fin, despejado: como cuando sentís el calor de hundir los pies en la arena, el calor del sol que se va por abajo del mar y parece llevar hacia abajo lo cálido. Y cuando la luna ya aparece tímida, el viento que escupe cada ola que rompe frente a tus oídos, y la cantidad de olas que vendrán después, según lo demuestra tu vista, te obligan a ponerte un buzito. Un abrigo y abrazar con los labios y retener en el pecho el calorcito de ese mate que te pasó la mano de esa cara que no queres dejar mirar nunca. Con el sol ya durmiendo, igual lo seguís viendo en el reflejo de sus ojos.

Qué despeje ése. Pero aunque los astros sigan su ciclo, el tiempo no corre en esa espacio de... (tiempo sería contradictorio, a parte de cacofónico) y la cabeza llega a un Nirvana terrenal.

Entonces sí, y más que nunca, "como quien no quiere la cosa (el despeje)"... suena una alarma. Alguien se acuerda que arreglamos para ir a tomar una birras con los chicos, a las 22:30. Los chicos, amigos de la vida, de estudio y de laburo. El tiempo empezó a correr de nuevo, se hace tarde.

Con el tiempo cronológico, empieza a correr el biológico y hasta una suerte de "tiempo psicológico". El último, el más jodido, es el que, mientras el biológico te marca lo que te queda, te hace acordar todo lo que deseas, todas las faltas que tenés y, sobre todo, que nunca vas a terminar de superarte, de crecer. Aunque el biológico no diga lo mismo.

El tercero, el cronológico, sólo una formalidad, sólo para romper metas, para cumplir objetivos, para competir.

Después de cada alarma, inevitablemente, te das cuenta de lo feliz que serías si el tiempo se detuviera más seguido, si te dejará sumergirte en lo que aprendiste, disfrutaste, conociste, hasta hoy.

3.08.2008


Mirás al cielo, hay sólo estrellas.
Entonces, sabés que quienes no tengan altos niveles de abstracción o desesperación no verán más que eso, estrellas...
Pero una hora antes, un amigo brujo me advirtió: "Es necesario creer en algo".
Pfff, pobre muchacho, forzándose por creer en algo para la que no encuentra respuesta. Sigo con mi escuela, hago lo que debo hacer, para ser quien quiero ser...
Pfff, dije dos horas después. Te tragastes toda la mierda, cumpliste con tu palabra, fiel como quien creé que hay algo más después de las estrellas; te esforzases más que nadie y te miraste al espejo para putearte, para sentir que la mierda que te comiste, la vomitabas y te la fregabas por el cuerpo: ¡Mierdaaaa!
Lágrimas de cocodrilo, dirían los viejos que pasaron la guerra, la entreguerra, la segunda guerra y la posguerra, pero vos sos un pichón.
Y ahí está la que te sacó tan temprano del cascarón. Ahí está para comerte porque sos débil, porque no es lo que quería. Así son las que paren algo, nunca se conforman. Feliz día, y a dormir maricón, nene de pecho.
Todo sigue igual... Todo sigue igual, cantó, canta y cantará el emperador de Lugano, que hoy fue el único que me dio fuerzas.
Cuando estalló una parte de lo que creí manejar, estallé yo. Fue una catarsis, quería estallar de rabia adolescente, por está lucha que me mantiene en vilo por saber que no estás allá arriba y, sin embargo, pensar que a veces me podes ayudar.
Hijo de puta, no se te ocurra hacerme subir porque no sabés el quilombo que te voy a armar. Sé que no me vas a llamar antes del día en que deje de ser, porque no queres decir que te equivocaste y yo no puedo volver más atrás. Que mierda sabés de lo que me gustaría creer en algo como vos...pero me cagó en la cruz que me haces cargar, porque no es mía, yo no quiero cargar nada. Me rompo la cabeza para reír después de tanto esfuerzo y por eso prefiero seguir dándome fuerzas.

2.01.2008


Mirás el lomo del libro y buscás el más catedrático para leer y después decís... Qué bárbaro, qué genio, no sabes lo que leí, y entonces, a veces, dejás escapar las cosas mínimas. Sentí el olor, olor a tierra mojada, me decía siempre ella. Amaba el olor a tierra mojada. La miraba a los ojos, me endulzaba con su belleza y poniéndome un escalón por encima, dejaba caer una sonrisa sin sentir aquello que me pedía, quizás me parecía medio tonto, quizá me creía que yo era Oliveira y ella La Maga hablando de banalidades, ¿son banalidades? O es la soberbia del aspirante a intelectual.
De todas maneras eso me gustaba, compartir lo sencillo... en otoño, las hojas; en invierno, las bufandas de colores y la nariz roja; en primavera, la adolescencia; en verano, el atradecer; cada ciclo lunar, la luna llena.
Pero recién hoy me di cuenta de que el olor que precede a la lluvia: el de tierra mojada... no es una tontera como yo creía; qué tierra mojada si todavía no llovió! Tonto, tonto, es el de la tierra que ya se mojo y el aire trae el olor como adviertiendo que eso que se te viene encima, se viene. Así debería ser el temblor del suelo cuando en el medievo se aferraban a una espada y esperaban con una valentía envidiable.
Quizás ella que sabía oler en el aire la tierra mojada, sabía cómo iba a terminar todo, quizá por eso me miraba a los ojos y me preguntaba; ¿qué te pasa? Y yo puteaba a la percepción femenina; que inocente, unos libros leídos e igual me comí lo de la percepción femenina.
¿Sabrá cómo va a terminar todo? ¿Sabrán cómo va a terminar todo? ¿Dónde compro ese libro? Hace una año y un día se lo podría haber preguntado a mi abuela, una mujer con todas las letras y las edades; pero quizá me deje llevar por los lugares comunes que le escuché pronunciar; qué mal, ella era del campo y seguro sabía como olía la tierra mojada, al menos la tierra mojada de donde ella nació y creció y en su adolescencia la apreció, apreció el olor de esa tierra de la que yo volvía el día en que ella se fue. Me podría haber enseñado a sentir el olor y a entender eso que yo creí era percepción femenina..
Mejor, entreno los sentidos y las sigo disfrutando, sigo aprendiendo de ellas...

Caminaba en cuero como si la conquista española y la revolución industrial nos hubiesen dejado tranquilos en estas tierras; pero no ocurrió y ahí estaban los de azul para hacerselo recordar; !ey! ponete la remera; ya me bajo, qué vigilante que sos; la respuesta no se ajusta a la pregunta, pero no tenía por qué responderles, para él, ellos no existían,ellos eran la frontera azul que delimita el sistema que lo expulsó y lo relega. Cuando baja en la estación siguió camino y los de camisa, cinturón ancho y botas se lo vigilaron con la mirada, la remera a media asta le tapaba los pectorales pero no el ombligo, era un debate entre respetar las reglas azules, o desafiarlas desde el mundo paralelo que el tuvo que gestarse para subisistir con los sobras que ni siquiera derraman. Los azules no lo ven más, él se olvida de los límites impuestos y se sumerge en su mundo paralelo aferrado al palo vertical de plástico con extremidad horizontal de goma espuma. Se para en una esquina, se coloca la remera y va a arrancarle algo a ese sistema que no le da nada, sabiendo que los azules lo pueden colocar a él.

1.27.2008

Monólogos de Michel Torino


Hay cosas que son así,son un círculo, van y vuelven y nunca pierden el gusto... van con esperanzas, con excitación,vuelven, la mayoría de las veces, sin reflejos de las esperanzas que fueron. El sueño da ansias que la realidad no refleja; los deseos son de a dos, de a muchos. Los míos son los tuyos, pero ustedes no los quieren como yo y cuando yo. Entonces el sueño construye y es el punto que une, en lo que desacordamos, pero al llegar a la otra orilla y pisar el desacuerdo... ¡pum!
Duele una caída, ayuda a levantar, duele no sentir el cariño de tu mirada en la que la devuelve.
El puente, a veces, encuentra la otra orilla firme, ¡va! Firme; la tierra a la que llega es como la tierra de donde salió, entonces el deseo deja de ser un parto de esperanza y crece, es hecho, es alegría.El puente ya pierde su función y es parte de un mismo territorio, de una tierra que es de todos, quiere hacer nacer lo mismo... Y ahí nace, y, por suerte, se reproduce con placer... Es difícil que los puentes se hagan tierra... solemos ser más puentes que tierras...
tie es empate, (r)ra es el dios sol, s es plural; lo que nos empata a todos es que nos ilumina el mismo sol...

1.25.2008

Sociedad, Pity y otras yerbas



Es normal que en algunos puede producir rechazo estos textos que hoy subo con formato de videoclip. Textos que no son míos, pero que deseo compartirlos, porque supe cantar uno de estos textos ríendome con amigos, y también supe rechazar a su autor. Pero sacandosé la careta y poniéndo la mirada crítica, de sociólogo podría ser, estos textos son para mí - y ya se lo dije a la rubia y al ruloso, que fueron quienes me hicieron aceptar este autor - una cuatrilogía interesante sobre nuestra sociedad. Por algo la cumbia rebota en toda las clases sociales, y el hip-hop hizo su entrada triunfante en los barrios donde la cumbia no es solo "la escucho para bailar".


El otro día leía la grilla de progrmas de la radio de Las Madres; la música propuesta: cumbia, hip-hop y folclore. Folclore, otro genéro que habla sobre la realidad y los gustos de casi todo un país y que sin embargo es relegado, es música "de viejos".


Sin más preámbulos dejo que disfruten de estos videos, oficiales o caseros.
Después, tomamos mates y leemos a Martín Barbero*.


(No quería subir los videos al blog. Click derecho "Abrir en una ventana nueva". Disculpas)

http://es.youtube.com/watch?v=TruZcpYy3YU

http://es.youtube.com/watch?v=iYd7g6fvAD0

http://es.youtube.com/watch?v=xStLJypKQWw

http://es.youtube.com/watch?v=Q15fAMgTYqI

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*[…] el consumo no es sólo reproducción de fuerzas, sino también producción de sentidos: lugar de una lucha que no se agota en la posesión de los objetos, pues pasa aún más decisivamente por los usos que les dan forma social y en los que se inscriben demandas y dispositivos de acción que provienen de diferentes competencias culturales ( Martín Barbero, "La Telenovela en Colombia: Televisión, melodrama y vida cotidiana", pág 231, 1987)

1.14.2008


Tan dulce, tan suave,
¿cuál es la palabra?
si mis dedos, mis labios, se pierden en tu piel..
si cuando quiero demostrarte todo lo que estoy sintiendo...
lo que siento es que se me escapa el alma..
se escapa por la parte de mi cuerpo que hoy,
tuvo la suerte de empezar a disfrutarte.

¿Cuál es la palabra?
¿Cuál es el signo?
¿Es un idioma que desconosco?
¿En do, en fa, en re, en qué?
¿Hay algo que lo materialise?

Quizá si hubiera algún instrumento que pudiera descifrar
lo liviano que se torna el aire cuando somos
(dicen que el aire caliente es más liviano).

Quizá, ese instrumento, podría dilucidar el qué,
el cómo, el por qué de lo que me pasa
¿Pero si lo siento? Realmente ¿podría expresar eso que siento?
Si ese instrumento fuera la manera... También fracasaría.

Debería ponerme a estudiar las distintas mediciones
y sería entretenida la primer parte, la de experimentar, la de jugar con vos
para que quede registrada la paradoja de desaparecer del mundo material desde lo material.

Pero fracasaría, porque nunca dejaría de investigar y no me sentaría a estudiar.

Ahí está la respuesta , no me interesa cómo simbolizarlo, no quiero transmitírselo a nadie, lo disfruto demasiado.
Lo que no me deja tranquilo es si vos te llegas a fundir conmigo,
porque es verdad que existe el cansancio, que hay que ir a trabajar, a estudiar
saludar a los parientes, a los vecinos, ser un ciudadano digno y de elevada moral,
pero ni un solo momento en el que me mimetizo en lo civilizado
puedo olvidarme que lo hago para fundirme en vos.

Y esa es mi duda, ¿si sintieras éso? (que por suerte no se explica)
¿Podrías decir NO?

1.03.2008

Artificios o jugarse a fuego


En los últimos pasos sobre el piso sucio del tren, últimos pasos en su lugar de trabajo sucio, trabajo "en negro" que para algunas gentes de por aquí parece tener un meta significado, aparte del obvio que se desprende de su antítesis simbólica: el blanco es bueno, es limpio. En esos pasos ya agobiados, difíciles porque los ojos se le van rindiendo al cansancio y al alcohol, que parece fortalecerlo y a la vez, lo pone en evidencia torciéndole la boca que se pone arisca y no deja que la modulen fácilmente. En esos pasos, frena; y enfrenta a quien puede ser el último cliente del día para vender una billetera; buscando, paradójicamente, llenar la propia.
El cliente levanta la cabeza, la perfila hacia el rostro del vendedor, le fija los ojos, mueve la cabeza negando al mismo tiempo que levanta el brazo y el pulgar, sin duda, parece que un: No, gracias; podría haber sido más útil. Pero el cliente no buscaba utilidad, no le interesaba la relación en la que lo ubicaba por lógica esta sociedad e intentaba romperla con un gesto más humano, menos comercial, menos no de este mundo sino de este momento histórico.
El hombre del caminar difícil, ese hombre que para muchos es un "buen hombre" un tipo "humilde pero honrado", porque en lugar de tener un "plan" sale a trabajar, y depués, bueno, que se arregle como cualquier tipo honrado que "si trabaja en este país no es pobre". "Cada uno su quintita", se escucha otras veces; "el que no se construyó una casa entre 1978 y 1983 es, por lo menos, un tonto, porque había plata (dulce) por todos lados", dijo un hombre hoy en la fila del colectivo, sin tener en cuenta que algunos "tontos" quisieron construir algo más que una casa, que "su quintita".
En el tren, el "vendedor" entendió la intención de quien para él no podía dejar de ser un cliente, quizás uno solidario, pero cliente al fin y lanzó en voz alta y no clara: "El fuego no se quema. Hay que poner las manos sobre el fuego, para darse cuenta de que somos combustibles".