7.30.2008



- Nos encontramos en la isla dónde se perdió Morel.
Fue la pista, para que sepa que todo se podía volver a repetir.
Las risa más fuerte del año, el delirio más entretenido, la grieta representada en un modelo de vida nostálgico de los que sólo se ponen colonia.
El sueño constante, la risa que reemplaza la frustración, que con mucho esfuerzo, se transforma en lucha por una causa que parece perdida, pero es terriblemente justa. Lucha que te mantiene vivo entre tanta injusticia.
Por lo pronto, encontré la máquina y tengo el dedo a punto de..., casi, al pie del cañón, preparado, listo... esperando encontrarte, encontrarlos, encontrarme para que se repita. Pero, mejor aún, que el sueño ya sea otra zanahoria.

7.19.2008

viaje de ida


A las 7.30 después de cargar el primer camión con kilos y kilos de laminas de acero, se preparaba para cargar otros tantos hasta las 17, horario de retorno a casa. Sabiendo que aquel primer cargamento llevaba, en dinero, varios meses de su sueldo.
Un camión se atrasó, el encargado decidió revisar dos veces la última carga porque ese cliente tenía un descuento de 0,10 centavos por kilo. Carlos marcó su trajeta después de las 17, y sabía que si a las 7.00 no lo volvía a hacer, habría reproches.

Sin embargo, prefirió llegar más tarde a su casa pero ganar un asiento en el tren. Se acomodó y espero la salida, mientras leía que su equipo había incorporado a Martín "Cuchilla" Ramírez, un 2 bravísimo, que venía del Nacional B.El tren también se atrasó, pero Carlos se entretuvo en los pechos de la modelo de la contratapa del periódico, y al deslisar su mirada por las sinuosas caderas calló en un sueño profundo.

Cabezazo contra el marco de la ventana, justo a tiempo porque la próxima era la estación en la que bajaba... El vagón mostraba rastros de que un tornado de trabajadores y estudiantes habían pasado por ahí. Algún estudiante que logró tomar asiento frente a él había olvidado sus apuntes. Carlos recogió las hojas fotocopiadas y leyó el nombre de dos alemanes, que él no conocía pero que simpatizaban con un tocallo; sin detenerse en memorizar los nombres eligió aleatoriamente un párrafo: "La cultura industrializada... enseña e inculca la condición necesaria para tolerar la vida despiadada. El individuo debe utilizar su disgusto general como impulso para abandonarse al poder colectivo del que está harto".

No pudó evitar sonreír tímidamente, la palabra "despiadada" le resultó simpática y la expresión "el individuo" le recordó a su tío. Recortó el fragmento de texto, lo guardó y corrió antes de que se le cerrarán las puertas y continuará en el rumbo habitual...

7.13.2008

entresueño


Después de más de trecientas mañanas,
sentí que si no habría los ojos, dilatados
por el rayo de sol que entraba desde la
perciana, y me incorporaba cuidadosamente:
antes de quedar sentado sobre el colchón
mi nariz fría sería la primera agraciada
en reencontrarte, chocando contra tu
panza cálida.

Apretaba los párpados como si la fuerza
que ejercía sobre ellos fuese
proporcional a las posibilidades de que
la premonición se hiciera realidad. Ya
podía ver tu piel dorada por encima del
ombligo enmarcado entre dos surcos en
sombras que terminaban en la oscuridad
profunda, generada entre el algodón
blanco y la parte inferior de tu vientre.

En esos chiclosos segundos recordé que el
ruido de las llaves que nunca dejé que me
regresaras, me habían llevado
del sueño a este incierto
entresueño. Entonces, era así, tenías que
estar enfrente mío, sentí tus piernas
aferrandose a las mías, sábana mediante.
Los ojos se revelaron para descubrir la
verdad...La desazón me tumbo en el lecho
otros cinco minutos, pero ya con los ojos
fijos en el techo.

El ruido de la silla de chapa
arrastrandosé sobre las piedritas del
patio logró levantarme. El perro debería
estar aburrido y con hambre...Pero no,
eras vos acomodándote a la espera de que
yo llegará hasta el patio a ver como la luz
jugaba en tu cuerpo, confirmando mi
presentimiento. Aunque sólo para
torturarme, otra vez, con los por qué ya no
calentaba mi nariz en tu panza, cada
mañana.

7.07.2008


Los ojos bien abiertos, al sol, a la libertad, y a la verdad de que compartir trae una risa cada mil lagrimas, pero lo vale. Con la última sonrisa, así termina la película que hoy me ayudó a dejar caer unas lagrimas en nombre de caminos y deseos. Minutos más tarde, me encontré con archivos de texto de años más difíciles. Hace tiempo ya, de alguna manera, había escrito sobre la sensación de seguir buscando.

(Sin brújula)

Nunca quise estar así

Todo me trajo aquí

Fui gaviota en realidad

Y no seguí mi verdad

Quizás pueda cambiar de malón

Y me vaya como un león

Sólo comeré y sólo haré

Lo que mi alma quiera hacer

No me llevarás

Sólo me acompañarás

Sino jamás vendrás

Into the Wild (Director - Sean Penn / Música – Eddie Vedder)