11.23.2010

Mariposas

El blanco es pureza, o así nos moldearon simbólicamente. Pero pienso en ella y pienso en cosas sucias, o así nos moldearon moralmente. Comparo, digo "nos". Pero si tenemos el mismo molde cómo no consigo que el blanco refleje y me incendie las retinas. Lo intenté, lo intento. Nada, che.
Sacás un vaso para tomar un trago de una cerveza deliciosa de fría. Entonces, usalo, lavalo y guardalo. Sacás ollas, cucharas, cuchillos, platos, rayador, servilletas y preferís hacer una "o" minúscula con los labios y limpiarte los dedos como un gato. ¡Qué fideos! Lavá los platos, guardá lo que sobró. El viejo es así, el tipo está obsesionado por no disfrutar, ella me lo cuenta siempre. La próxima vez que... La desubico y ahí: "¡Jajaja! ¡Qué boludo! ¡No lo cargués a mi viejo, tonto!"
Tres cervezas, dos ferné, vasito de agua para engañar el mareo, una cerveza más, vinito: jugado por jugado... Eramos como veinte, del rock al rock fiestero, del fiestero al bizarro y la cumbia. Cuatro de la mañana ya... Hora ideal para empezar a ilusionarse, otra vez.
Mientras veía que se había levantado de la silla para encarar la pista, que ese día era el patio de Francisco, pensé los argumentos: los primeros meses no se quiso zarpar porque me conoció cuando salía con Luci, después no supe demostrarle que ya lo había superado. Pero la mina me tiene en cuenta.
Empezó a sonar esa cumbia bendita que le encanta. A ver... El otro día estuvo mal y me llamó. Sí, claro, para llorar. Ni una risa le saqué después de cuatro cafés y la caminata hasta la casa, y el chiste de: "Nos vemos. Y sino prendemos la luz". ¡Qué boludo! Ya está. Todo bien. ¡Para qué mierda leí los diez "tips" de "¿cómo darte cuenta si se le llena la panza de mariposas cuando te ve?". Pero, bueno, aceptalo: estás cagado en las patas y te falta un sólo "tip" para completar el "test del amor", ¡un bastión de esperanza!, de la revista que lee tu hermanita. ¡Cómo fui a agarrar una revistita de nenas de 15 años! Ya fue, estaba aburrido.
Palmada en el hombro de Rulo, ya no hay vuelta atrás. Pedirle a un amigo que ponga el tema que ella dice que le gusta bailar conmigo para decírselo, cartón lleno. No se me ocurre otra. Guiñada de ojo, le puso play, ¡vamos por el décimo "tip"! "Si te sonríe".
Toda una semana pensando una joda y justo una contra el padre, no va a funcionar. No,no,no qué boludo. Ya le agarré la mano, ya le hice pegar tres vueltas. Cuarta vuelta, la rodeo con los brazos, la apreto (no tanto, que no se piense que la quiero apoyar), piernas flojas, ojos en blanco... Dale, dale, vueltita y separate un poco. Canta el tema, se viene el estribillo final. Décima gota de transpiración que le aparece desde la nuca, brilla con la luz del reflector del patio, efecto hamaca en el pocito, que se le forma en el cuello cuando grita el estribillo. Décima gota que se esconde atrás del escote.¡Qué lo parió! ¿Tan infeliz será el que escribe los "test del amor" que me quiso cagar la noche, que me aseguró que sino le sacó una sonrisa no voy a saber dónde terminan esas gotas?

-¿Todo bien?
-¿Eh? Sí,sí... (La música a ese volumen no sirve para bailar mejor. Definitivamente, tiene que ser para hablar mejilla con mejilla, labios y oído mano a mano. Bueno, dale, dale... A ver si se ablanda con una risotada contra el viejo).

-Después de este tema, dejamos de bailar porque tu viejo te va a decir que transpiraste el vestido nuevo, ¿no?

Detrás del labio superior aparece el blanco de la esperanza. Tiene que empezar a ampliarse el labio inferior y dejar ver el resto de los dientes, y ya está: décimo "tip" y casamiento. ¡Ah, ah, ah!... El labio inferior se pega contra los dientes como si los estuviera cubriendo del frío, las paletas y los colmillos se ven claritos pero se afilan y empiezan a bajar. Se le arruga la nariz. Sí, se muerde el labio inferior. Al carajo todo. Nada de "Jajaja". Sólo: "¡Qué boludo! ¡No lo cargués a mi viejo". Ni un "tonto"con dejo de cariño.
El tema da para unas vueltas más, pero me bajo de la calesita. Le doy la espalda y empiezo a caminar a la mesa donde Marcos se castiga con el octavo tequila sin limón ni sal. "¿De qué te reís?", le preguntan. Me doy vuelta. No la vi. Se puede haber reído por la boludez que dije. A la mierda el test de las mariposas.

2.17.2010


Desde que el bisabuelo materno y paterno junto a la bisabuela materna y paterna llegaron nadie de la familia había tenido tal exposición ni tampoco tal inferencia en el hacer cotidiano del país que vinieron a construir desde bien abajo, desde el lugar de los explotados (poco había cambiado). En las altas cumbres donde la palabra se escribe con la pluma de un cóndor, él sentía (y sabía) que todavía escribía con la piedra que desde hace miles de años se erosiona con el correr del arroyo al pie de la montaña. Además, no es tonto, y sabe que cada vez que agarra la piedra se le mojan los pies porque aún no tiene la capacidad de evitarlo.
Sin embargo, todo indica que él ve todo desde arriba y siente en el cuerpo el cansancio de subir una montaña, aunque carga con el peso de haber trepado sólo un cerro, uno de los pequeños. (A veces piensa en un morro, para agregarle la alegría brasileña --¿o brasilera? Ahí están la pluma y la piedra, otra vez--. Hasta que comienza a desentramar y, otra vez, sabe que la alegría de los morros está más para el dicho popular que para sus habitantes). Si mañana escribiera lo mismo ya no estaría de acuerdo. Y si revisara lo que escribió encontraría errores o los encontraría el primero en leer. En fin, todo era un gran tetris. Cuando lograba, con esfuerzo (con mucho), construir un bloque de piezas que encastraran (piezas que eran anhelos, sueños, logros), todo se desvanecía y había que empezar de nuevo. Todo lo anterior es nada. Todas las letras de ayer están en el tacho de hoy. Hay que armar un tetris de letras, otra vez. Un tetris de sueños, también. ¿Por qué? ¿Quién lo exige? Él, tú, ustedes, los que no hacen nada porque cambie el tetris y los que hacen algo pero con las viciosas piezas del error, con piezas podridas que sólo les dan puntos a unos pocos.
Ojalá estallara todo el maldito juego. Ojalá el cerro fuera su montaña. Ojalá respirar, caminar, observar, beber, comer, compartir y reír volvieran a ser las cosas más importantes que todos tuvieran que hacer. Quien lo encuentre (¿a él? ¿al mundo? ¿al lugar?) que tire la primera piedra.