2.01.2008


Caminaba en cuero como si la conquista española y la revolución industrial nos hubiesen dejado tranquilos en estas tierras; pero no ocurrió y ahí estaban los de azul para hacerselo recordar; !ey! ponete la remera; ya me bajo, qué vigilante que sos; la respuesta no se ajusta a la pregunta, pero no tenía por qué responderles, para él, ellos no existían,ellos eran la frontera azul que delimita el sistema que lo expulsó y lo relega. Cuando baja en la estación siguió camino y los de camisa, cinturón ancho y botas se lo vigilaron con la mirada, la remera a media asta le tapaba los pectorales pero no el ombligo, era un debate entre respetar las reglas azules, o desafiarlas desde el mundo paralelo que el tuvo que gestarse para subisistir con los sobras que ni siquiera derraman. Los azules no lo ven más, él se olvida de los límites impuestos y se sumerge en su mundo paralelo aferrado al palo vertical de plástico con extremidad horizontal de goma espuma. Se para en una esquina, se coloca la remera y va a arrancarle algo a ese sistema que no le da nada, sabiendo que los azules lo pueden colocar a él.

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