7.19.2008

viaje de ida


A las 7.30 después de cargar el primer camión con kilos y kilos de laminas de acero, se preparaba para cargar otros tantos hasta las 17, horario de retorno a casa. Sabiendo que aquel primer cargamento llevaba, en dinero, varios meses de su sueldo.
Un camión se atrasó, el encargado decidió revisar dos veces la última carga porque ese cliente tenía un descuento de 0,10 centavos por kilo. Carlos marcó su trajeta después de las 17, y sabía que si a las 7.00 no lo volvía a hacer, habría reproches.

Sin embargo, prefirió llegar más tarde a su casa pero ganar un asiento en el tren. Se acomodó y espero la salida, mientras leía que su equipo había incorporado a Martín "Cuchilla" Ramírez, un 2 bravísimo, que venía del Nacional B.El tren también se atrasó, pero Carlos se entretuvo en los pechos de la modelo de la contratapa del periódico, y al deslisar su mirada por las sinuosas caderas calló en un sueño profundo.

Cabezazo contra el marco de la ventana, justo a tiempo porque la próxima era la estación en la que bajaba... El vagón mostraba rastros de que un tornado de trabajadores y estudiantes habían pasado por ahí. Algún estudiante que logró tomar asiento frente a él había olvidado sus apuntes. Carlos recogió las hojas fotocopiadas y leyó el nombre de dos alemanes, que él no conocía pero que simpatizaban con un tocallo; sin detenerse en memorizar los nombres eligió aleatoriamente un párrafo: "La cultura industrializada... enseña e inculca la condición necesaria para tolerar la vida despiadada. El individuo debe utilizar su disgusto general como impulso para abandonarse al poder colectivo del que está harto".

No pudó evitar sonreír tímidamente, la palabra "despiadada" le resultó simpática y la expresión "el individuo" le recordó a su tío. Recortó el fragmento de texto, lo guardó y corrió antes de que se le cerrarán las puertas y continuará en el rumbo habitual...

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