3.10.2008


“Uno piensa que en un momento de la vida hace: ¡Ah! Pero no. Siempre está uno creciendo y superándose, y ¿por qué nos hacemos tanto problema? Sino la vida sería simplemente un momento feliz y divertido”.
Mamá
Una charla durante alguna noche de 2006


Las matemáticas no eran lo que él prefería, pero el concepto "inversamente proporcional" fue la explicación que encontró para dar cuenta del por qué todos los días cuando se levantaba no se sentía totalmente libre. Libre, flojo, suelto, despejado, algo de eso. Despejado podía de ser... porque lo no-libre le nublaba un poco el día.

En fin, despejado: como cuando sentís el calor de hundir los pies en la arena, el calor del sol que se va por abajo del mar y parece llevar hacia abajo lo cálido. Y cuando la luna ya aparece tímida, el viento que escupe cada ola que rompe frente a tus oídos, y la cantidad de olas que vendrán después, según lo demuestra tu vista, te obligan a ponerte un buzito. Un abrigo y abrazar con los labios y retener en el pecho el calorcito de ese mate que te pasó la mano de esa cara que no queres dejar mirar nunca. Con el sol ya durmiendo, igual lo seguís viendo en el reflejo de sus ojos.

Qué despeje ése. Pero aunque los astros sigan su ciclo, el tiempo no corre en esa espacio de... (tiempo sería contradictorio, a parte de cacofónico) y la cabeza llega a un Nirvana terrenal.

Entonces sí, y más que nunca, "como quien no quiere la cosa (el despeje)"... suena una alarma. Alguien se acuerda que arreglamos para ir a tomar una birras con los chicos, a las 22:30. Los chicos, amigos de la vida, de estudio y de laburo. El tiempo empezó a correr de nuevo, se hace tarde.

Con el tiempo cronológico, empieza a correr el biológico y hasta una suerte de "tiempo psicológico". El último, el más jodido, es el que, mientras el biológico te marca lo que te queda, te hace acordar todo lo que deseas, todas las faltas que tenés y, sobre todo, que nunca vas a terminar de superarte, de crecer. Aunque el biológico no diga lo mismo.

El tercero, el cronológico, sólo una formalidad, sólo para romper metas, para cumplir objetivos, para competir.

Después de cada alarma, inevitablemente, te das cuenta de lo feliz que serías si el tiempo se detuviera más seguido, si te dejará sumergirte en lo que aprendiste, disfrutaste, conociste, hasta hoy.

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